Conceptos sobre Desarrollo Humano: una España en crisis

A la hora de plantear cómo afecta realmente la crisis económica a países como España -con unos indicadores alarmantes de paro, una reducción drástica de los servicios sociales en pos del pago de una deuda externa, y paquetes puntuales de recortes que buscan reducir el déficit público- debemos pensar no solo en la situación inmediata, sino en sus consecuencias a largo plazo, y en cómo afecta a la propia manera en que el país se relacionará con la comunidad internacional a raíz de las consecuencias de las gestión de la crisis.

Una de las afecciones más alarmantes que pueden observarse a través de los datos de la crisis, es que España empieza a ser un país “desarrollado” muy cuestionable, incluso podríamos decir que se aleja aceleradamente del concepto clásico de país desarrollado. El Programa de Naciones unidas por el Desarrollo (PNUD) define el desarrollo humano como:

un proceso mediante el cual se busca la ampliación de las oportunidades para las personas, aumentando sus derechos y sus capacidades. Este proceso incluye varios aspectos de la interacción humana como la participación, la equidad de género, la seguridad, la sostenibilidad, las garantías de los derechos humanos y otros que son reconocidos por la gente como necesarias para ser creativos y vivir en paz. Para el PNUD las personas son la verdadera riqueza de las naciones y, por ende, el desarrollo consiste en la ampliación de las opciones que ellas tienen para vivir de acuerdo con sus valores y aspiraciones. Por eso el desarrollo humano significa mucho más que el crecimiento del ingreso nacional per cápita, el cual constituye solamente uno de sus medios para ampliar las opciones de las personas.

Si pensamos en el estado actual de España, y en las perspectivas de futuro que algunos pronostican, está claro que no nos estamos ajustando al concepto, veamos varios ejemplos relacionados con las particularidades que especifica la definición de PNUD:

-Participación: un ejemplo de falta de participación social se da claramente a través de la forma en que se relacionan política y ciudadanía a través de la información. Recientemente se han visto en España casos de alarmante deficiencia en la materia, dando el presidente del gobierno comparecencias públicas a través de una pantalla de plasma sin opción a participación periodística. Solo es un ejemplo de muchos: la mayoría absoluta del gobierno actual parece justificar una escasa intención de escucha ante manifestaciones sociales que se dan día sí, día también, reclamando cambios en el modelo de gestión de la realidad nacional.

-Equidad de género: Según informaba el diario El Mundo en octubre de 2012, España había retrocedido 14 puestos en el ranking indicador de igualdad de género publicado anualmente por el Fondo Monetario Internacional, del puesto 12 al 26. Buena parte de este retroceso se debe a la drástica reducción de mujeres en puestos de responsabilidad, empezando por su presencia en los Ministerios. Más allá de informes institucionales, las mujeres siguen cobrando el 77,45% del salario de los hombres, y la reducción de las posibilidades económicas están separando a cada vez más trabajadoras del mercado laboral.

-Seguridad: en lo que a cuerpos de seguridad nacional se refiere, Amnistía Internacional ha afirmado que tanto en 2011 como en 2012 se han dado numerosos casos de uso excesivo de la fuerza por parte de efectivos de seguridad en manifestaciones ciudadanas pacíficas. Esteban Beltrán, director de AI España afirma que a la hora de responder ante el ciudadano agredido, hay un patrón: “se produce el uso excesivo de la fuerza, la gente reclama ante los tribunales y los tribunales dicen si hubo o no ese uso, pero al no estar identificados (los agentes) no se completa el procedimiento”.

-Sostenibilidad: las recientemente anunciadas medidas de reforma en el sector energético español prevén gravar con 1.180 millones de euros anuales al sector de las renovables, ya muy castigado por recortes en 2010 y la moratoria de 2012 que trajo consigo más impuestos con los que terminaría la tendencia al liderazgo a nivel mundial de nuestro país en materia de renovables.  En cinco años, España ha retrocedido del primer puesto al decimotercero en el listado Ernst and Young de países más atractivos para inversiones en renovables. El descalabro es mayúsculo en un tema que implica el futuro del planeta. Nada más desarrollista que seguir apostando por ello, pero no es la realidad.

-Garantías de los Derechos Humanos: por poner solo un ejemplo, la vivienda es un derecho fundamental que, durante la actual crisis económica, ya le ha sido negado a cerca de 400.000 familias que han sido desahuciadas de sus hogares por no poder afrontar cláusulas abusivas de hipotecas firmadas en época de bonanza. Los bancos han ganado demasiadas batallas como para que podamos afirmar que es un derecho que nos ha sido garantizado por el Estado, tal y como debería, ya que sigue habiendo en el país 3,4 millones de viviendas vacías procedentes de la explosión del ladrillo.

A parte de estos, hay otros indicadores que matizan más el concepto de desarrollo, pero simplemente a la vista de los comentados, ¿podemos afirmar que España no está en un proceso de decrecimiento en indicadores de desarrollo humano? ¿podemos seguir autoproclamando que somos un país de primer orden cuando nuestros indicadores económicos decrecen y observamos en las calles que nuestros derechos se recortan día tras día?

Las oportunidades del ser humano pueden ser infinitas, y varian con la propia historia de la humanidad, sin embargo, el PNUD marcar como las más esenciales y comunes  a las diferentes sociedades son: la consecución de una vida longeva y sana (España sufre en la actualidad el mayor proceso de privatización de la sanidad pública de su historia), el conocimiento entendido como tasa de alfabetización y escolarización (otro sector seriamente atacado por las necesidades de reducción de déficit) y un nivel de vida decente, medido en términos de PIB.

Los objetivos nacionales de desarrollo se está basando en recuperar cifras puramente económicas que tuvimos: reactivar el consumo, la capacidad adquisitiva, los números, en definitiva pero, ¿no es demasiado el precio que todo apunta que vamos a pagar? ¿No recuerda sospechosamente a África que países como España estén endeudados hasta las cejas por gestiones económicas que poco tienen que ver con los ciudadanos?

Adelante con las interpretaciones…

Alba Sánchez Serradilla

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